Por Alberto Duque López
Esta mañana, mientras trataba de encontrar una respuesta en el espejo que me contemplaba en silencio en la penumbra de la madrugada, me preguntaba lo que otras personas han venido preguntándose durante los últimos años: ¿hasta dónde la radio en este país está contribuyendo o no a la cultura de los colombianos... ? ¿Hasta dónde las radioemisoras en AM o PM con su programación cotidiana están aportando todos los días, algún elemento nuevo al desarrollo cultural de sus oyentes... ? O mejor, ¿qué significa la palabra Cultura en el ámbito de la radio, un ámbito que no tiene límites y menos ahora con los satélites y los avances tecnológicos que hacen sentir nostalgia por los modestos enlaces de antes.
Hasta hace algunos años la palabra Cultura, en la radio, estaba ligada irremediablemente a la emisión, a la una de la tarde, del concierto 21 de piano de Mozart con una breve explicación del presentador, anotando que esta obra también se titula "Elvira Madigan" por la película sueca de la pareja que se suicida por amor ... La palabra Cultura estaba ligada, especialmente durante los oscuros días de la Semana Santa, con la emisión de las obras de Bach para órgano o los conciertos de Vivaldi y Paganini... Culttura en la radio, hasta hace algunos años en Colombia tenía un significado terrible, aburrido, lúgubre, quizá solitario.
El crecimiento de las ciudades, la aparición de nuevas generaciones ávidas de información, conocimientos y excitaciones obligó al mismo término de Cultura, en la radio, a replantear su naturaleza, a ser más agresivo, a convertirse en un instrumento más ágil y contagioso.
Hace 25 años fui partícipe de un experimento curioso. En Barranquilla, los domingos, entre siete y media y doce de la mañana, en una emisora pequeña llamada Radio Piloto. Durante más de dos años y gracias aun industrial ganadero que todos los meses de octubre se marchaba a Nueva York a enloquecer con las compañías de ópera y regresaba a la ciudad con centenares de discos raros, gracias a esa complicidad y por unos pocos pesos, realizaba un programa que alternaba la música con la lectura de textos literarios.
Eran domingos inolvidables, domingos llenos de buses repletos de turistas que salían de la Plaza de Colón rumbo al muelle de Puerto Colombia, mientras los fanáticos del fútbol comenzaban su romería hacia el estadio. Comenzaba con Bach. Pesado, duro, con un órgano disparado hacia las fugas que seguramente eran emprendidas por los escasos oyentes. Luego leía un texto de Truman Capote y en seguida, Vivaldi, más alegre, más dinámico. Luego otro texto literario, de Cortázar o García Márquez y en seguida, una obra de Berlioz o Mozart, y más tarde otro texto, de Gonzalo Arango o de Burgos Cantor. Cuando ya la mañana estaba en pleno apogeo, entonces aparecía el jazz, con algún tomo de Miles Davis o Louis Armstrong o Charlie Parker. Por supuesto los oyentes del mediodía no eran los mismos de las primeras horas del programa. No sé si era un aporte a la Cultura de los barranquilleros, nunca tomé el programa con ese sello, simplemente sabía que estaba divirtiéndome, que era la única posibilidad de poder expresar de una manera impúdica mi locura por dos ídolos, Cortázar y Charlie Parker en una misma mañana. Por esa misma época ya existían en Barranquilla otros programas culturales orientados por personas como Rafael Oñoro, César Ruiz, Jesús María Guillén y Alfredo Gómez Zurek. Ellos sí estaban realizando un aporte a la cultura de mi ciudad.
¿Qué significa trabajar por la cultura en la radio? ¿Pasar las obras de los compositores clásicos? ¿Emitir la música colombiana, o las obras de Marsalis, o un poco más allá, realizar programas con la música de Vangelis o los compositores andinos o los músicos griegos y españoles?
¿Qué es cultura en la radio? ¿Informar sobre los conciertos de esta noche, o las obras del festival de Manizales o comentar la nueva película dirigida por Bernardo Bertolucci sobre una novela espléndida del solitario Paul Boeles?
Dándole la vuelta a la pregunta, a esta preocupación: ¿qué hace la radio colombiana por la cultura de este país? ¿Está contribuyendo en algo? ¿Está enseñando a sus oyentes los distintos matices que tiene una obra de Matisse, o las variaciones de un concierto de Phillip Glass o las trampas de una película de Jim Jarmusch o las historias de Nadine Gordimer y Moreno Durán ?
Hasta hace unos años, los dos mejores ejemplos de esta preocupación de la radio por difundir la cultura, al menos dentro de sus alcances físicos en Bogotá, eran la Radio Nacional y la emisora HJCK. Después, a medida que las universidades crecían y sus presupuestos eran más sólidos, tuvieron la excelente idea de incorporar una estación de radio dentro de sus actividades cotidianas. En Medellín, Barranquilla, Manizales, Cali, Cúcuta, Bogotá, para citar unos pocos ejemplos, las universidades vienen adelantando una labor grata, agresiva y juvenil a través de estas emisoras; y en Bogotá, el trabajo de las estaciones de la Nacional, la Tadeo, la Javeriana y otras universidades es ejemplar, y con una ventaja: su programación está dirigida hacia un público específico, los estudiantes, utiliza su lenguaje, maneja su entorno psíquico y físico, sabe comunicarse con ellos y por eso ha logrado superar los obstáculos iniciales. Mientras tanto, en ciudades como Barranquilla, Medellín y Cali las universidades trabajan en colaboración con otras entidades, como las Cámaras de Comercio, con iguales resultados.
Esa es la labor de organismos como la Radio Nacional, la HJCK y las estaciones universitarias... Pero, ¿qué ocurre en la radio comercial, la de las grandes cadenas?
Durante una época, Caracol produjo uno de los programas más completos de la radio latinoamericana, "Monitor" , dirigido por profesionales como Enrique Pardo, Julio Nieto Bernal y Mario Rivero, utilizando el ritmo y el lenguaje de las revistas de radio que mezclan la música con las noticias y la información cultural. Después cambiaría de naturaleza.
En el sistema Caracol Stereo, especialmente los fines de semana, son realizados programas interesantes que buscan la divulgación de la obra de grandes compositores y cantantes contemporáneos. En otras cadenas y de manera esporádica también se trabaja en este impredecible campo de la cultura. Por supuesto, alguien podría afirmar que la simple difusión de la música, especialmente la colombiana, ya encierra un aporte en este campo.
Desde hace dos años trabajo con la cadena RCN, en el noticiero que va de las 6:00 a las 10:00 de la mañana. Mezclada con las informaciones de asaltos guerrilleros, terremotos, golpes de Estado, divorcios de las estrellas, planeación de impuestos y renuncias de ministros, he tratado con la complicidad de Juan Gossaín de informar sobre algunas actividades culturales. Son pocos minutos, es un tiempo insuficiente pero alcanzamos en una mañana, por ejemplo, a comentar una novela de Nadine Gordimer, reseñar rápidamente una película de Camila Loboguerrero, decir algo sobre las exposiciones de pintura o las obras de teatro, y también algo de la que ocurre en otros países.
Por supuesto, que esos minutos no son suficientes. Esas píldoras regadas a la largo de cinco horas de entrevistas, cuñas, noticias, llamadas del extranjero, proclamas de los políticos, llamadas de madres angustiadas poco pueden hacer por el desarrollo cultural de los colombianos, pero seguimos tratando. Hemos sostenido un lema, "La cultura es noticia" y la mantenemos, reconociendo que es un tiempo mezquino, que podría mejorarse, que podría tener un mayor impacto, un mayor alcance.
Estas ideas expuestas aquí ante ustedes, buscan el debate sobre un tema tan vasto y complejo: ¿hasta dónde la radio colombiana está realizando un aporte real a la cultura de los colombianos? ¿Hasta dónde ese aporte es recibido por los oyentes, hasta dónde éstos mejoran su vida por el simple hecho de encender un aparato de radio y escuchar mientras se bañan, duermen, comen, caminan, hacen deporte o conduce su vehículo? La pregunta es simple: ¿estamos cumpliendo, quienes trabajamos en la radio, con nuestra obligación de apoyar y difundir y fomentar la cultura de los colombianos?
FUENTE:
http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/periodismo/perculturalper/04.htm
La radio ha sido, es y seguirá siendo cultura, sin importar si los contenidos cambien, siempre será cultura, aunque diferente.
ResponderEliminarLa radio como medio cultural en Colombia es de gran valor, ya que al ver el alcance de es esta no permite que se nos olviden nuestras raíces y aquello que nos ha marcado por mucho tiempo-
ResponderEliminarPrecisamente era la radio el medio por el cual nos entreteníamos en la casa de mis abuelos y era él, el medio en el que nos uníamos como familia. Me gusta mucho y espero que su trascendencia y su auge crezcan más.
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